Vuelta de la sunamita
81Eliseo dijo a la madre del niño que había resucitado:
-Anda, vete con tu familia, emigra a donde puedas; porque el Señor ha llamado al hambre, y va a venir al país por siete años.
2La mujer puso manos a la obra, según las instrucciones del profeta; emigró con su familia a territorio filisteo y se quedó allí siete años; 3y al cabo de los siete años se volvió del país filisteo y fue a reclamar al rey su casa y su campo. 4El rey estaba hablando con Guejazí, criado del profeta:
-Cuéntame todos los milagros de Eliseo.
5Y precisamente cuando Guejazí le estaba contando al rey cómo Eliseo había resucitado al niño muerto, la madre del niño entró para reclamar al rey su casa y su campo. Guejazí dijo al rey:
-Majestad, ésa es, y ése es el niño resucitado por Eliseo.
6El rey preguntó a la mujer, y ella le contó todo. Entonces el rey puso a su disposición un funcionario al que ordenó:
-Haz que entreguen a esta mujer todas sus posesiones y la renta de las tierras desde el día que se marchó hasta hoy.
Eliseo y Jazael, en Damasco
7Eliseo marchó a Damasco. Benadad, rey de Siria, estaba enfermo, y le avisaron:
-Ha venido el profeta.
8El rey ordenó a Jazael:
-Toma un regalo, vete a ver al profeta y consulta al Señor por medio de él, a ver si salgo de esta enfermedad.
9Jazael fue a ver a Eliseo, llevándole como regalo cuarenta camellos cargados con los mejores productos de Damasco. Cuando llegó ante él, puesto en pie dijo:
-Tu hijo Benadad, rey de Siria, me envía a consultarte: ¿Saldré de esta enfermedad?
10Eliseo le respondió:
-Ve a decirle que sanará; pero el Señor me ha revelado que morirá sin remedio.
11Luego inmovilizó la mirada, quedó fuera de sí un largo rato y se echó a llorar. 12Jazael le preguntó:
-Maestro, ¿por qué lloras?
Eliseo contestó:
-Porque sé el daño que vas a hacer a los israelitas: incendiarás sus plazas fuertes, pasarás a cuchillo a sus soldados, estrellarás a sus niños y abrirás en canal a las embarazadas.
13Jazael dijo:
-¿Qué soy yo más que un perro para llevar a cabo tal hazaña?
Eliseo respondió:
-El Señor me ha hecho verte como rey de Siria.
14Jazael se despidió de Eliseo, y cuando llegó a su señor, éste le preguntó:
-¿Qué te ha dicho Eliseo?
Respondió:
-Me ha dicho que sanarás.
15Pero al día siguiente Jazael tomó una colcha, la empapó en agua y se la extendió al rey sobre la cara, hasta que murió. Jazael lo suplantó en el trono.
Jorán de Judá (848-841) (2 Cr 21)
16Jorán, hijo de Josafat, subió al trono el año quinto del reinado de Jorán de Israel, hijo de Ajab. 17Cuando subió al trono tenía treinta y dos años, y reinó ocho años en Jerusalén. 18Imitó a los reyes de Israel, como había hecho la dinastía de Ajab (se había casado con una hija de Ajab). 19Hizo lo que el Señor reprueba, pero el Señor no quiso aniquilar a Judá, por amor a su siervo David, según su promesa de conservarle siempre una lámpara en su presencia.
20En su tiempo, Edom se independizó de Judá y se nombró un rey. 21Jorán fue a Seír con todos sus carros; se levantó de noche y, aunque desbarató al ejército idumeo que lo cercaba, a él y a los oficiales del escuadrón de carros, la tropa huyó a la desbandada. 22Así se independizó Edom de Judá hasta hoy. Por entonces también se rebeló Libna*.
23Para más datos sobre Jorán y sus empresas, véanse los Anales del Reino de Judá.
24Jorán murió, y lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David. Su hijo Ocozías le sucedió en el trono.
Ocozías de Judá (841) (2 Cr 22)
25Ocozías, hijo de Jorán, subió al trono el año doce del reinado de Jorán de Israel, hijo de Ajab. 26Cuando subió al trono tenía veintidós años, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, hija de Omrí de Israel. 27Imitó a Ajab. Hizo lo que el Señor reprueba (pues había emparentado con la familia de Ajab). 28Junto con Jorán, hijo de Ajab, fue a luchar contra Jazael de Siria, en Ramot de Galaad. 29Pero los sirios hirieron a Jorán, que se volvió a Yezrael para curarse de las heridas que recibió de los sirios en Ramot, luchando contra Jazael de Siria. Entonces, cuando estaba enfermo en Yezrael, fue a visitarlo Ocozías de Judá, hijo de Jorán.
Explicación.
8,1-6 El episodio completa la historia de la sunamita narrada en el capítulo 4, pero no todos los detalles se armonizan con lo precedente.
8,1 La profecía de Eliseo recuerda en parte la de su maestro Elías (1 Re 17) y en parte la interpretación de sueños de José en Egipto. Emigrar en tiempos de hambre era el recurso normal: lo hicieron Abrahán, Jacob, el mismo Elías.
8,2-3 La expresión hebrea "reclamar" puede significar que la mujer apela al tribunal del rey contra el actual ocupante; y si lo había vendido, podría invocar el derecho del jubileo septenario, cuando las posesiones familiares tornaban a sus dueños. El que sea la mujer quien reclama puede sugerir que el marido entre tanto había muerto.
8,4-5 Es como si el narrador nos revelase de paso una fuente oral de las narraciones sobre Eliseo: su criado. La leyenda de Eliseo se divulga y crece.
8,7-15 La presencia de una comunidad de mercaderes israelitas en Damasco puede justificar el viaje del profeta: también pudo ser motivado por una persecución del rey de Israel. Su visita no es oficial ni solicitada por Benadad; pero su fama estaba bien establecida por la curación de Naamán. Por eso el rey consulta al Dios de Eliseo.
8,8 2 Re 1.
8,9 2 Re 5,5.
8,10 La respuesta de Eliseo tiene una ambigüedad quizá pretendida. Al oído la frase puede sonar: "Di: no sanarás" o "Dile: sanarás". Hasta ahora Eliseo está en los límites de la enfermedad, no alude a muerte violenta.
8,11-13 El verso es dudoso porque no está claro quién es el sujeto. Lo interpretamos de un éxtasis repentino en el que el profeta ve el futuro de Israel. A veces una persona sueña. se imagina un futuro, y la visión de su fantasía moviliza sus fuerzas para realizarla; en cierto sentido ha visto el futuro, porque se ha puesto a realizar su visión; más que ver lo que será, realiza lo que ha visto.
En el presente caso la visión del profeta actúa vicariamente en el mensajero: para Eliseo es una visión escalofriante, para Jazael es "una hazaña". La última frase de Eliseo inflama a Jezael, que ya tenía un buen puesto en la corte, con acceso al rey enfermo; así pasamos del desenlace clínico de la enfermedad a un desenlace violento y precipitado.
8,12 Is 13,16; Os 14,1.
8,13 1 Re 19,15.
8,14 La respuesta de Jazael es aún más ambigua: "Me ha dicho que sanarás", "Me ha dicho: vivirás". La concentración narrativa no aclara quién es el sujeto del verbo en segunda persona. Lógicamente el rey lo tomo como dicho a sí.
8,15 Las crónicas asirias hablan de una muerte violenta de Hadadhezer de Damasco y de la usurpación de un Jazael de estirpe no real.
8,19 1 Re 11,36.
8,20 Gn 27,40.
8,22 * = Alba. Es una fortaleza en territorio filisteo.
8,28-29 La noticia prepara acontecimientos del capítulo siguiente.
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