lunes, 12 de agosto de 2019

2 REYES. CAPÍTULO 2.

CICLO DE ELISEO

Elías, arrebatado al cielo (Eclo 48,9-12; Mal 3,23s)

21Cuando el Señor iba a arrebatar a Elías al cielo en torbellino, 2Elías y Eliseo se marcharon de Guilgal. Elías dijo a Eliseo:
-Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta Betel.
Eliseo respondió:
-¡Vive Dios! Por tu vida, no te dejaré.
3Bajaron a Betel, y la comunidad de profetas de Betel salió a recibir a Eliseo. Le dijeron:
-¿Ya sabes que el Señor te va a dejar hoy sin jefe y maestro?
Él respondió:
-Claro que lo sé. ¡Callaos!
4Elías dijo a Eliseo:
-Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta Jericó.
Eliseo respondió:
-¡Vive Dios! Por tu vida, no te dejaré.
5Llegaron a Jericó, y la comunidad de profetas de Jericó se acercó a Eliseo y le dijeron:
-¿Ya sabes que el Señor te va a dejar hoy sin jefe y maestro?
Él respondió:
-Claro que lo sé. ¡Callaos!
6Elías dijo a Eliseo:
-Quédate aquí, porque el Señor me envía solo hasta el Jordán.
Eliseo respondió:
-¡Vive Dios! Por tu vida, no te dejaré.
Y los dos siguieron caminando.
7También marcharon cincuenta hombres de la comunidad de profetas, y se pararon frente a ellos, a cierta distancia. 8Los dos se detuvieron junto al Jordán; Elías tomó su manto, lo enrolló, golpeó el agua y el agua se dividió por medio, y así pasaron ambos a pie enjuto. 9Mientras pasaban el río, dijo Elías a Eliseo:
-Pídeme lo que quieras antes de que me aparten de tu lado.
Eliseo pidió:
-Déjame en herencia dos tercios de tu espíritu.
10Elías comentó:
-¡No pides nada! Si logras verme cuando me aparten de tu lado, lo tendrás; si no me ves, no lo tendrás.
11Mientras ellos seguían conversando por el camino, los separó un carro de fuego con caballos de fuego, y Elías subió al cielo en el torbellino. 12Eliseo lo miraba y gritaba:
-¡Padre mío, padre mío, carro y auriga de Israel!
13Y ya no lo vio más. Entonces agarró su túnica y la rasgó en dos; luego recogió el manto que se había caído a Elías, se volvió y se detuvo a la orilla del Jordán, 14y agarrando el manto de Elías, golpeó el agua, diciendo:
-¿Dónde está el Dios de Elías, dónde?
Golpeó el agua, el agua se dividió por medio y Eliseo cruzó. 15Al verlo los hermanos profetas que estaban enfrente, comentaron:
-¡Se ha posado sobre Eliseo el espíritu de Elías!
16Entonces fueron a su encuentro, se postraron ante él y le dijeron:
-Aquí entre tus siervos tienes cincuenta valientes; déjales ir a buscar a tu maestro. A lo mejor el espíritu del Señor lo ha arrebatado y lo ha arrojado por algún monte o algún valle.
Eliseo les dijo:
-No mandéis a nadie.
17Pero como le insistieron hasta hartarlo, dijo:
-Que vayan.
Ellos mandaron cincuenta hombres que lo buscaron durante tres días y no dieron con él. 18Cuando volvieron a Eliseo, que se había quedado en Jericó, les dijo:
-¿No os decía que no fuerais?

MIlagros de Eliseo (Ex 15,22-26)

19Los habitantes de Jericó dijeron a Eliseo:
-El emplazamiento de la villa es bueno, como el señor puede ver. Pero el agua es malsana y hace abortar a las mujeres*.
20Eliseo contestó:
-Traedme un plato nuevo con sal.
21Cuando se lo llevaron, fue al manantial, echó allí la sal y dijo:
-Así dice el Señor: <<Yo saneo este agua. Ya no saldrá de aquí muerte ni esterilidad>>.
22Y el agua se volvió potable hasta el día de hoy, conforme a lo que dijo Eliseo.
23Después subió de allí a Betel, y aún subía por el camino salieron del poblado unos chiquillos, que se burlaron de él:
-¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!
24Eliseo se volvió, se les quedó mirando y los maldijo invocando al Señor. Entonces salieron de la espesura dos osas que despedazaron a cuarenta y dos de aquellos niños.
25Eliseo marchó al monte Carmelo, y desde allí volvió luego a Samaría.

Explicación.

2 El arrebato de Elías es un relato trascendental. Algún comentarista ha querido explicarlo como una tormenta de polvo, un simún ardiente que se lleva al profeta; o como desarrollo de un título del profeta, "carro y auriga". No ha faltado quien ha visto en estas páginas la reelaboración de un mito: el caballo es animal solar; o bien el mito del fénix. Pienso que no es ése el camino para entender este magnífico relato. Examinemos sus elementos fundamentales:

a) Ante todo el verbo Iqh = tomar, llevarse, arrebatar. En 19,4 pedía el profeta a Dios: "Quítame la vida" o llévate mi vida, llévame; en hebreo qah napshi. La petición se cumple ahora. El mismo verbo con Dios por sujeto enuncia la liberación en Sal 18,17 y una salvación final y misteriosa en Sal 49,16 y 73,24.

El verbo hebreo ha sido traducido en griego por lambano y en latín por assumere, de donde procede el sustantivo assumptio, que origina nuestro término técnico "asunción". En cambio la subida o "ascensión" se dice en el relato con el verbo ´lh. Dios toma y se lleva lo que es suyo, la vida de su profeta, cuando quiere y donde quiere; y no permite interferencias humanas.

b) El carro de fuego y el torbellino son representación poética de la teofanía. El fuego es elemento de la divinidad, como lo descubrió Moisés en el Horeb, en la zarza ardiente e inaccesible. De carros y caballos nos hablan entre otros Sal 18,11 y Sal 104,3.

2,1-18 La desaparición de Elías está contada en una tonalidad misteriosa, con un ritmo casi litúrgico. Crean ese tono los rumores de las corporaciones proféticas, el presentimiento de Eliseo, la extraña condición "si me ves"; misterioso es el desenlace, mientras que el intento de los profetas de buscar una solución simple fracasa, subrayando el misterio. El ritmo convierte el viaje casi en una procesión que podría terminar en un sacrificio: Betel - Jericó - el Jordán, paso del Jordán como rito de pasaje, arrebato al cielo.

Lo podemos comparar con el otro gran viaje del profeta hacia el Sinaí, con etapas en Berseba, el desierto, la montaña, hasta la teofanía, y el mandato de volver. Esta vez el paso del río sustituye al paso por el desierto, y Dios está en el fuego; en cuanto a volver, eso le toca al sucesor. También lo podemos comparar a una peregrinación y procesión litúrgica: subida al monte, paso por los atrios; al entrar en la nave los dos elegidos, los demás quedan fuera; en el último reducto, donde está presente el Señor, sólo entra el sumo sacerdote. Elías no vuelve a salir, porque ha visto al Señor; Dios se lo acerca y el profeta sube en el fuego como un sacrificio vivo. Sólo que todo sucede en paisaje abierto y casi sin palabras.

No es que el autor haya utilizado expresamente un esquema litúrgico para su relato; se trata de una analogía estructural basada en experiencias profundas. La liturgia quiere expresar dramáticamente, en acción, el acercarse del hombre a Dios, o la atracción misteriosa e irresistible de la divinidad.

Al último encuentro el hombre llega sólo. Al principio encuentra grupos de profetas, después quedan solos maestro y discípulo, al final se aleja Elías.

Y así el relato se carga de valencias simbólicas. Porque tenemos que recordar a Moisés y Josué ante el Jordán: Josué pasará, para vivir. Moisés se quedará, para morir. Los israelitas podrán leerlo en el futuro pensando en la marcha al destierro y el retorno, con las figuras proféticas de Jeremías, Ezequiel y Baruc. Ensanchando el horizonte, el relato puede simbolizar la muerte del justo, arrebatado por Dios aunque muera a manos de hombres violentos. De ellos dirá Sab 3,6 "los recibió como sacrificio de holocausto"; y 4,10 "Dios se lo llevó, lo arrebató".

La historia se concentra en el maestro y el discípulo, los profetas hacen de coro y de testigos lejanos. Algo así como el traspaso de Moisés a Josué: Moisés muere en el monte Nebo, y Elías desaparece en la misma zona. Eliseo le sucede en el escenario de la historia: ¿llega Elías a crear una dinastía? La naturaleza del carisma profético no permite la sucesión rigurosa y asegurada de maestro y discípulo.

2,8 El manto, en vez de vara milagrosa, como instrumento del poder taumatúrgico del profeta.

2,9 Dos tercios es la herencia del primogénito, la sucesión legítima. Nm 11.

2,13-14 Después de un rito de luto, recoge el manto del maestro; y al recogerlo, recoge su herencia, queda "investido" de su misión. El mar Rojo fue dividido por el viento, el Jordán lo fue por el arca, ahora es dividido por el manto del profeta.

2,12 Jr 2,6.8.

2,16 Ez 3,14.

2,17 Dt 34,6

CICLO DE ELISEO

2,19-25 Desde su vocación en este capítulo hasta su muerte en 13,20 se extiende teóricamente el arco del profeta Eliseo; en la práctica, el arco se esfuma y aun desaparece, para reaparecer en una presencia final espectacular.

Eliseo es ante todo el continuador de Elías y una imitación del gran profeta. Como continuador, tiene que completar lo que Elías dejó pendiente. Todavía vive y manda Jezabel; pronto su hija Atalía usurpará el trono de Judá. Lo que Eliseo no realiza personalmente, lo llevará a cabo nombrando ejecutores fieles.

La imitación de Elías condiciona la selección y redacción de algunos milagros: conseguir alimento, agua potable, resucitar muertos. Pero no son imitación de Elías otros milagros ni sus acciones políticas y militares.

El ciclo de Eliseo es alterno. Podemos seguir en él una línea de milagros y otra de acción política:

milagros: 2,19-25; 4; 6,1-7; 8,1-6; 13,21

política: 3; 5; 6,8 -- 7,20; 8,7-15; 9,1-13; 13,14-20

En conjunto Eliseo parece un santo milagrero de leyenda, especializado en milagros de agua: sanea un pozo de la ciudad, prevé una riada, recobra un hacha hundida en el río. Por número de milagros le gana a Elías y a cualquier personaje del AT. Lo cual no engrandece su figura, sino que nos distrae. Son milagros a favor de una mujer sencilla o de un ministro poderoso, de su comunidad profética o de los monarcas. La acumulación de milagros, más allá del paralelo con Elías, puede deberse a círculos proféticos donde fraguó y se transmitió su leyenda. Cuando cura al sirio Naamán, cruza el poder taumatúrgico con la acción internacional.

Su acción política se extiende a los monarcas de Israel, Judá y Damasco; mediatamente el rey de Moab. Las relaciones entre Israel y Judá son en un primer momento amistosas (cap. 3); las relaciones con Siria son más bien hostiles. Asiria todavía no asoma en el mapa internacional.

Eliseo va desapareciendo. En el cap. 9 asume el protagonismo Jehú; en Judá será protagonista el sacerdote Yehoyadá.  es significativa la noticia inserta en 13,5 "El Señor dio a Israel un salvador que lo libró de la dominación siria": ese salvador no es Eliseo.

Tampoco literariamente el ciclo de Eliseo se puede medir con el de Elías. No hay nada que pueda compararse con el juicio del Carmelo (cap. 18), el viaje al Horeb (cap. 19).

2,19 * Dusoso.

2,21 Puede recordarse el milagro de Moisés en Ex 15,25 y la gran trasposición del motivo en Ez 47,1-12.

2,23-25 El episodio nos resulta desconcertante. Si la calva o tonsura era signo de su oficio profético, la burla tenía carácter blasfemo.


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