lunes, 12 de agosto de 2019

2 REYES. CAPÍTULO 21.

Manasés de Judá (698-643) ( 2 Cr 33,1-20)

211Cuando Manasés subió al trono tenía doce años, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Jepsibá. 2Hizo lo que el Señor reprueba, imitando las costumbres abominables de las naciones que el Señor había expulsado ante los israelitas. 3Reconstruyó las ermitas de los altozanos derruidas por su padre, Ezequías, levantó altares a Baal y erigió una estela, igual que hizo Acaz de Israel; adoró y dio culto a todo el ejército del cielo; 4puso altares en el templo del Señor, del que había dicho el Señor: <<Pondré mi nombre en Jerusalén>>; 5edificó altares a todo el ejército del cielo en los dos atrios del templo, 6quemó a su hijo; practicó la adivinación y la magia; instituyó nigromantes y adivinos. Hacía continuamente lo que el Señor reprueba, irritándolo. 7La imagen de Astarté que había fabricado la colocó en el templo del que el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: <<En el templo y en Jerusalén, a la que elegí entre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre; 8ya no dejaré que Israel ande errante, lejos de la tierra que di a sus padres, a condición de que pongan por obra cuanto les mandé, siguiendo la Ley que les promulgó mi siervo Moisés>>. 9Pero ellos no hicieron caso. Y Manasés los extravió, para que se portasen peor que las naciones a las que el Señor había exterminado ante los israelitas.
10El Señor dijo entonces por sus siervos los profetas:
11-Puesto que Manasés de Judá ha hecho estas cosas abominables, se ha portado peor que los amorreos que le precedieron y ha hecho pecar a Judá con sus ídolos 12así dice el Señor, Dios de Israel: Yo voy a traer sobre Jerusalén y Judá tal catástrofe, que al que lo oiga le retumbarán los oídos. 13Extenderé sobre Jerusalén el cordel como hice en Samaría, el mismo nivel con que medí a la dinastía de Ajab, y fregaré a Jerusalén como a un plato, que se friega por delante y por detrás. 14Desecharé al resto de mi heredad, lo entregaré en poder de sus amigos, será presa y botín de sus enemigos, 15porque han hecho lo que yo repruebo, me han irritado desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta hoy.
16Además, Manasés derramó ríos de sangre inocente, de forma que inundó Jerusalén de punta a punta, aparte del pecado que hizo cometer a Judá haciendo lo que el Señor reprueba. 
17Para más datos sobre Manasés y los crímenes que cometió, véanse los Anales del Reino de Judá.
18Manasés murió, y lo enterraron en el jardín de su palacio, el jardín de Uzá. Su hijo Amón le sucedió en el trono.

Amón de Judá (643-640) (2 Cr 33,21-25)

19Cuando Amón subió al trono tenía veintidós años, y reinó en Jerusalén dos años. Su madre se llamaba Mesulémet, hija de Jarús, natural de Yotbá. 20Hizo lo que el Señor reprueba, igual que su padre, Manasés; 21imitó a su padre: dio culto y adoró a los mismos ídolos que su padre; 22dejó al Señor, Dios de sus padres, no caminó por sus sendas. 23Sus cortesanos conspiraron contra él y lo asesinaron en el palacio; 24pero la població mató a los conspiradores, y nombraron rey sucesor a Josías, hijo de Amón.
25para más datos sobre Amón y sus empresas, véanse los Anales del Reino de Judá.
26Lo enterraron en su sepultura del jardín de Uzá. Su hijo Josías le sucedió en el trono.

Explicación.

Dos años después de la retirada espectacular de Senaquerib murió Ezequías, y le sucedió un hijo que fue todo lo contrario de su padre ("hizo lo que el Señor reprueba"). El rey piadoso vivió treinta y cinco años, el rey impío sesenta y siete años. La incongruencia no le preocupa al autor del libro.

Manasés subió al trono siendo menor de edad; lo lógico es que durante su regencia le aconsejaran personas adictas a la línea religiosa del padre. No sabemos si Manasés apostató enseguida, o sólo cuando llegó a la mayor edad.

El autor ve los pecados de Manasés como el preludio de la caída de Judá y Jerusalén, por eso, este capítulo, más que un informe histórico sobre un reinado, suena como un resumen de reflexión teológica, semejante al dedicado a la caída de Israel, con la diferencia de que éste se adelanta a los hechos.

21.3 Dt 4,19.

21,6 Dt 18,9-12.

21,7-8 Las dos partes de esta promesa recogen la teología de 1 Re 8, sobre la dedicación del templo: con la construcción de una morada permanente para el Señor, el pueblo alcanzó el descanso tras la larga peregrinación comenzada en Egipto. La promesa estaba condicionada a la observancia.

21,11-15 La denuncia profética presenta la estructura clásica alargada: denuncia del pecado, anuncio de la sentencia.

21,12 Véase 1 Sn 3,11.

21,13 Instrumentos de construcción empleados para la destrucción, como en Is 34,11.

21,15 Audaz resumen de toda la vida en Palestina, como una única y continuada historia de pecado. Jr 7,25s.

21,16 Quizá sangre de profetas, como sucedió en Israel bajo Ajab y Jezabel. Según la leyenda, Isaías murió aserrado por orden del rey.

21,17 El autor no tiene otras cosas interesantes que referir a este larguísimo reinado. En su tiempo murió Senaquerib, le sucedió Asaradón, y después Asurbanipal; estos reyes hicieron campañas victoriosas contra Egipto; después empezó a subir Egipto bajo Psamético, mientras que Asiria comenzó a disgregarse por dentro.

El libro de las Crónicas (2 Cr 33) habla de una deportación de Manasés con una consiguiente conversión.

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