lunes, 12 de agosto de 2019

2 REYES. CAPÍTULO 20.

Enfermedad de Ezequías

201En aquel tiempo, Ezequías cayó enfermo de muerte. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a visitarlo, y le dijo:
-Así dice el Señor: Haz testamento, porque vas a morir sin remedio.
2Entonces Ezequías volvió la cara a la pared y oró al Señor:
3-Señor, recuerda que he caminado en tu presencia con corazón sincero e íntegro y que he hecho lo que te agrada.
Y lloró con largo llanto.
4Pero no había salido Isaías del patio central, cuando recibió esta palabra del Señor:
5-Vuelve a decirle a Ezequías, jefe de mi pueblo: Así dice el Señor, Dios de tu padre David: <<He escuchado tu oración, he visto tus lágrimas. Mira, voy a curarte: dentro de tres días podrás subir al templo; 6y añado a tus días otros quince años. Te libraré de las manos del rey de Asiria, a ti y a esta ciudad, por mí y por mi siervo David>>.
7Isaías ordenó:
-Usad un emplasto de higos; que lo apliquen a la herida, y curará.
8Ezequías le preguntó:
-¿Y cuál es la señal de que el Señor me va a curar y dentro de tres días podré subir al templo?
9Isaías respondió:
-Esta es la señal de que el Señor cumplirá la palabra dada: ¿Quieres que la sombra adelante diez grados o que atrase diez?
10Ezequías comentó:
-Es fácil que la sombra adelante diez grados, lo difícil es que atrase diez.
11El profeta Isaías clamó al Señor, y el Señor hizo que la sombra atrase diez grados en el reloj de Acaz.

Embajada de Merodac Baladán

12En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió cartas y regalos al rey Ezequías cuando se enteró de que se había restablecido de su enfermedad. 13Ezequías se alegró y enseñó a los mensajeros su tesoro: la plata y el oro, los bálsamos y ungüentos, toda la vajilla y cuanto había en sus depósitos. No quedó nada en su palacio y en sus dominios que Ezequías no les enseñase.
14Pero el profeta Isaías se presentó al rey Ezequías y le dijo:
-¿Qué ha dicho esa gente, y de dónde vienen a visitarte?
Ezequías contestó:
-Han venido de un país lejano: de Babilonia.
15Isaías preguntó:
-¿Qué han visto en tu casa?
Ezequías dijo:
-Todo. No he dejado nada de mis tesoros sin enseñárselo.
16Entonces Isaías le dijo:
17-Escucha la palabra del Señor: Mira, llegarán días en que se llevarán a Babilonia todo lo que hay en tu palacio, cuanto atesoraron tus abuelos hasta hoy. No quedará nada, dice el Señor. 18Y a los hijos que salieron de ti, que tú engendraste, se los llevarán a Babilonia para que sirvan como palaciegos del rey.
19Es favorable la palabra del Señor que has pronunciado (pues se dijo: Mientras yo viva, habrá paz y seguridad).
20Para más datos sobre Ezequías y sus victorias y las obras que hizo: la alberca y el canal para la traída de aguas a la ciudad, véanse los Anales del Reino de Judá.
21Ezequías murió, y su hijo Manasés le sucedió en el trono.

Explicación.

20 Aquí corresponde la noticia cronológica de 18,9: año catorce de su reinado, 713; mucho antes de los sucesos narrados en el capítulo precedente, que caen en el año 701. El rey tenía apenas veinte años cuando cayó enfermo.

20,1 Is 38,1-8.21; 2 Re 1,4.

20,3 A una vida recta y sincera ante Dios, corresponde la bendición de "largos años". Ezequías apela a las bendiciones de Dios, en estilo deuteronómico. La súplica es breve y se prolonga en el llanto.

20,5-6 La promesa que le hacen es limitada, pero apreciable para el que está a la muerte: quince años más de reinado, seguridad para él y para su ciudad; implícitamente, también un heredero (en aquel momento Ezequías todavía no tenía hijos, a juzgar por la edad de Manasés al sucederle). Escúchense esos quince años de reinado seguro en el contexto de la catástrofe de Samaría (722), pues así los escuchó el joven rey.

20,9-10 El prodigio del reloj de sol simboliza el alejarse de la muerte, el prolongarse la luz de la vida.

20,11 En este sitio introduce el libro de Isaías (Is 39,9-20) el cántico de Ezequías después de su curación. Es interesante repetir aquí su lectura.

20,12 Merodac Baladán se había proclamado rey de Babilonia en 721, y desde su reino meridional hostilizaba al imperio de Asiria, promoviendo alianzas y rebeliones. La embajada al rey de Judá no era desinteresada.

20,13 Ezequías responde a la cortesía con una mezcla de vanidad y confianza en sus posibilidades de resistir. Era entonces un joven de veinte años.

20,14-15 El profeta se presenta como quien exige cuentas, el rey le contesta con vanidad e ingenuidad: Babilonia es todavía un nombre ilustre que puede llenar la boca; es además un buen aliado contra Asiria.

20,16-17 La visión profética, la palabra de Dios, superan el horizonte histórico próximo. La imagen del futuro destierro atraviesa sombría el momento actual, empequeñeciendo la amenaza de Asiria.

20,19 El joven rey no quiere temblar por un futuro remoto que no le tocará, prefiere disfrutar de su propio futuro limitado. El bien y el mal los mide con el canon de sus propias dimensiones.

20,20 Se trata del famoso túnel excavado en la roca para transportar el agua desde El Manantial (Guijón) hasta el depósito de Siloé, dentro del recinto amurallado. Era una medida necesaria para aumentar la capacidad de resistencia de la ciudad. Todavía hoy se puede recorrer su trazado irregular de más de quinientos metros. Los obreros trabajaron comenzando por ambos extremos, hasta juntarse; y dejaron una lápida en recuerdo de la hazaña.

En el Canto a los Padres, Ben Sira dedica una serie de versos a este monarca, unido a Isaías (Eclo 48,17-24).

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