lunes, 12 de agosto de 2019

2 REYES. CAPÍTULO 25.

Caída de Jerusalén (Jr 52)

251Pero el año noveno de su reinado, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor. 2La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, el día noveno del mes cuarto. 3El  hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población. 4Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche, por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa. 5El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban, abandonándolo. 6Apresaron al rey, y se lo llevaron al rey rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó. 7A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.
8El día primero del quinto mes (que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia) llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia. 9Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios. 10El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén. 11Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe.12De la clase baja dejó algunos, como viñadores y hortelanos.
13Los caldeos rompieron las columnas de bronce, los pedestales y el depósito de bronce que había en el templo, para llevarse el bronce a Babilonia. 14También llevaron las ollas, palas, cuchillos, bandejas y todos los utensilios de bronce que servían para el culto. 15El jefe de la guardia tomó los braseros e hisopos, y todo lo que había, en dos lotes, de oro y de plata, 16y las dos columnas, el depósito y los pedestales que había hecho Salomón para el templo (imposible calcular lo que pesaba el bronce de aquellos objetos, 17cada columna medía nueve metros y estaba rematada por un capitel de bronce de metro y medio de altura, adornado con trenzados y granadas alrededor, todo de bronce).
18El jefe de la guardia prendió al sumo sacerdote, Sedayas, al vicario Sofonías y a los tres porteros; 19apresó en la ciudad a un dignatario jefe del ejército y a cinco hombres del servicio personal del rey, que se encontraban en la ciudad; al secretario del general en jefe, que había hecho la leva de los terratenientes, y a sesenta ciudadanos que se encontraban en la ciudad. 20Nabusardán, jefe de la guardia, los apresó y se los llevó al rey de Babilonia, a Ribla. 21El rey de Babilonia los hizo ejecutar en Ribla, provincia de Jamat.
Así marchó Judá al destierro.

Godolías (Jr 40-41)

22Nabucodonosor, rey de Babilonia, nombró a Godolías, hijo de Ajicán, hijo de Safán, gobernador de los que quedaban en territorio de Judá, la gente que él dejaba. 23Cuando los capitanes y sus hombres oyeron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Godolías, fueron a Mispá*, a visitarlo, Ismael, hijo de Natanías; Juan, hijo de Carej; Salayas, hijo de Tanjumet, el netofateo, Y Yezanías, de Maacá; todos ellos con sus hombres. 24Godolías les juró:
-No temáis someteros a los caldeos. Estableceos en el país, obedeced al rey de Babilonia y os irá bien.
25Pero al séptimo mes, Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisama, de sangre real, llegó con diez hombres y asesinó a Godolías y a los judíos y caldeos de su séquito en Mispá. 26Todo el pueblo, chicos y grandes, con los capitanes, emprendieron la huida a Egipto, por miedo a los caldeos.

Amnistía

27El año treinta y siete del destierro de Jeconías de Judá, el día veinticuatro del mes doce, Evil Merodac; rey de Babilonia, en el año de su subida al trono, concedió gracia a Jeconías de Judá y lo sacó de la cárcel. 28Le prometió su favor y colocó su trono más alto que los de los otros reyes que había con él en Babilonia. 29Le cambió el traje de preso y le hizo comer a su mesa mientras vivió. 30Y mientras vivió se le pasaba una pensión diaria de parte del rey.

Explicación.

25,1 Comienza el sitio de la ciudad (587). Jerusalén, ayudada por sus defensas naturales y artificiales, y animada por el patriotismo, resistió al invasor. Durante el asedio, Ofra salió de Egipto y avanzó amenazador, obligando a los asediantes a levantar el cerco. Es la liberación -piensan los ministros- , el Señor protege a su templo y ciudad, fracasan las profecías de Jeremías. Pero éste repite un oráculo terrible: "Los caldeos volverán". No es que quiera tener razón a toda costa; le duele en el alma la desgracia de su pueblo, pero tiene que anunciarla. Efectivamente, el ejército babilonio vuelve y estrecha más y más el cerco.

25,3 Pueden leerse las descripciones poéticas de las Lamentaciones.

25,4 Era el 18 de julio del 586. El rey huyó en dirección al Jordán, quizá pare refugiarse en territorio moabita.

25,7 Desde entonces vivieron en la prisión de Babilonia dos reyes de Judá: Jeconías, que se había rendido, y Sedecías, que se había rebelado.

25,8-9 Así se cumplieron las profecías de Ezequiel. El profeta del destierro había contemplado en una visión los pecados de idolatría de años y aun siglos: un panorama histórico de crímenes. Y había escuchado una orden que mandaba incendiar y matar. El tiempo entre la ocupación y el incendio se dedicó al saqueo sistemático de la ciudad y el templo.

25,12 Así quebró la resistencia urbana, sin entregar el país a la desolación.

25,13 1 Re 7.

25,13-17 El ensañamiento en el templo señala el fin de una etapa histórica comenzada con Salomón. El Señor ha abandonado su templo; Ezequiel ha visto la Gloria del Señor desaparecer hacia oriente. Lo había predicho Jeremías: como los filisteos destruyeron el templo de Siló, así los caldeos destruirán el templo de Jerusalén. La construcción del templo, con todos los bienes que había traído a la nación, había creado también una falsa confianza; como si el templo fuera un talismán, al margen de las terribles exigencias del Señor. Los caldeos destruirán los muros de un templo material y, con ellos, la falsa confianza en él.

Podemos suponer que el sumo sacerdote había alimentado la falsa confianza en el templo.

25,22-24 Doblegada la resistencia de la ciudad, el emperador de Babilonia convirtió el territorio en provincia del imperio y nombró un gobernador nativo. Era un acto de tolerancia, del que se prometía buenos resultados. Godolías pertenecía al partido de Jeremías, que había sido puesto en libertad por el general Nabusardán, aceptada la sumisión a Nabucodonosor no sólo como hecho consumado, sino como designio del Señor, y tenía la energía suficiente para recomenzar desde las ruinas. Era enteramente un espíritu que podríamos llamar "del Resto", si Ezequiel no nos dijera que el verdadero resto eran los deportados.

25,23 * = Atalaya.

24,25-26 Empezaron a sembrar, y la tierra respondió con una cosecha a la esperanza de aquellos hombres. Pero en Judá continuaban las facciones y los grupos anárquicos. Por exceso de confianza, Godolías cayó asesinado: nueva provocación al dominio extranjero. El asesino huyó a refugiarse en territorio amonita, mientras que los judíos, aterrados, corrieron a refugiarse en Egipto. Inútiles los esfuerzos de Jeremías para disuadirlos: él mismo tuyo que huir a Egipto, como prisionero de los suyos.

En los dos extremos del antiguo mundo, dos profetas que comparten el destierro de su pueblo. Una voz se apaga en Egipto, al parecer derrotada; otra resurge en Babilonia, invitando a la esperanza.

25,27-29 Y la esperanza vuelve a llamear en el rescoldo. Todavía hay en Babilonia un hombre que representa a su pueblo como Ungido del Señor, a quien los desterrados respetan como rey. Ha pasado por el sufrimiento, el destierro, la cárcel; ha salvado la vida. Es el descendiente de David, el portador de la promesa.

El año 562 murió Nabucodonosor y le sucedió Evil Merodac. El nuevo emperador de Babilonia concedió una especie de amnistía a Jeconías: le devuelve el título, los honores, el régimen de rey vasallo. ¿Comienza una nueva era para el pueblo y la monarquía? ¿Volverán a la patria, como han anunciado Jeremías y Ezequiel?

No hay comentarios:

Publicar un comentario