lunes, 12 de agosto de 2019

2 REYES. CAPÍTULO 6.

Milagro del hacha

61La comunidad de profetas dijo a Eliseo:
-Mira, el sitio donde habitamos bajo tu dirección nos resulta pequeño. 2Déjanos ir al Jordán a agarrar cada uno un madero para hacernos una habitación.
Eliseo les dijo:
-Id.
3Uno de ellos le pidió:
-Haz el favor de venir con nosotros.
Eliseo respondió:
-Voy.
4Y se fue con ellos. Cuando llegaron al Jordán, se pusieron a cortar ramas, 5pero a uno, cuando estaba derribando un tronco, se le cayó al río el hierro del hacha, y gritó:
-¡Ay maestro, que era prestada!
6El profeta preguntó:
-¿Dónde cayó?
El otro le indicó el sitio. Eliseo cortó un palo, lo tiró allí y el hierro salió a flote. 7Eliseo dijo:
-Sácalo.
El otro alargó el brazo y lo agarró.

Guerra con Siria

8El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y en un consejo de ministros determinó:
-Vamos a tender una emboscada en tal sitio.
8Entonces el profeta mandó este recado al rey de Israel:
-Cuidado con pasar por tal sitio, porque los sirios están allí emboscados.
10El rey de Israel envió a reconocer el sitio indicado por el profeta. Eliseo le avisaba y él tomaba precauciones. Y esto no una ni dos veces. 11El rey de Siria se alarmó ante esto, convocó a sus ministros y les dijo:
-Decidme quién de los nuestros informa al rey de Israel.
12Uno de los ministros respondió:
-No es eso, majestad. Eliseo, el profeta de Israel, es quien comunica a su rey las palabras que pronuncias en tu alcoba.
13Entonces el rey ordenó:
-Id a ver dónde está, y enviaré a prenderlo.
Le avisaron:
-Está en Dotán.
14El rey mandó allá caballería y carros y un fuerte contingente de tropas. Llegaron de noche y cercaron la ciudad. 15Cuando el profeta madrugó al día siguiente para salir, se encontró con que un ejército cercaba la ciudad con caballería y carros. El criado dijo a Eliseo:
-Maestro, ¿qué hacemos?
16Eliseo respondió:
-No temas. Los que están con nosotros son más que ellos.
17Luego rezó:
-Señor, ábrele los ojos para que vea.
El Señor le abrió los ojos al criado y vio el monte lleno de caballería y carros de fuego en torno a Eliseo.
18Cuando los sirios bajaron hacia él, Eliseo oró al Señor:
-¡Deslúmbralos!
19El Señor los deslumbró, como pedía Eliseo, y éste les dijo:
-No es éste el camino ni es ésta la ciudad. Seguidme, yo os llevaré hasta el hombre que buscáis.
Y se los llevó a Samaría.
20Cuando ya habían entrado en Samaría, Eliseo rezó:
-Señor, ábreles los ojos para que vean.
El Señor les abrió los ojos y vieron que estaban en mitad de Samaría.
21El rey de Israel, al verlos, dijo a Eliseo:
-Padre, ¿los mato?
22Respondió:
-No los mates. ¿Vas a matar a los que no has hecho prisioneros con tu espada y tu arco? Sírveles pan y agua,  que coman y beban y se vuelvan a su amo.
23El rey les preparó un gran banquete. Comieron y bebieron; luego los despidió y se volvieron a su amo. Las guerrillas sirias no volvieron a entrar en territorio israelita.

Asedio y hambre en Samaría

24Más adelante, Benadad, rey de Siria, movilizó a todo su ejército y cercó Samaría. 25Hubo un habre terrible en Samaría. El asedio fue tan duro, que un asno llegó a valer ochocientos gramos de plata, y treinta gramos de algarroba cincuenta gramos de plata. 26El rey de Israel pasaba por la muralla, y una mujer le gritó:
-¡Sálvanos, majestad!
27Respondió el rey:
-Si no te salva Dios, ¿de dónde saco yo para salvarte? ?De la panera o de la bodega? 28¿Qué te pasa?
Ella respondió:
-Esta mujer me dijo: <<Trae tu hijo, que nos lo comamos hoy, y el mío nos lo comeremos mañana>>. Cocimos a mi hijo y nos lo comimos; pero al otro día, cuando le pedí su hijo para comérnoslo, lo escondió.
30Cuando el rey oyó lo que decía la mujer, se rasgó las vestiduras (pasaba por la muralla y la gente vio que llevaba un sayal pegado al cuerpo), 31y dijo:
-¡Que Dios me castigue si Eliseo, hijo de Safat, se queda hoy con la cabeza en su sitio!
32Mientras tanto, Eliseo estaba sentado en su casa con los senadores. El rey le envió un mensaje, pero antes de que llegara dijo Eliseo a los senadores:
-¡Vais a ver cómo ese asesino ha mandado a uno a cortarme la cabeza! Mirad; cuando llegue, atrancad la puerta y no le dejéis pasar; detrás de él se oyen las pisadas de su señor.
33Todavía estaba hablando, cuando apareció el rey, que bajó hacia él y le dijo:
-Esta desgracia nos la manda el Señor. ¿Qué puedo esperar de él?

Explicación.

6,1-7 El nuevo milagro se relaciona también con lo elemental, con la vivienda de una comunidad de profetas; y también tiene que ver con el agua del Jordán.

6,8-23 En este episodio domina el saber sobrehumano del profeta: oye lo dicho a distancia y a escondidas descubre emboscadas secretas, ve a ejércitos celestes protectores, pide a Dios que abra los ojos a unos y ciegue a otros. No se le resiste lo accidentado del terreno ni la oscuridad de la noche.

6,8 En este verso pasamos al contexto internacional, las guerras con Siria. En ese contexto proyecta la tradición el mismo mundo milagroso de Eliseo, adaptado a las diferentes circunstancias.

6,12-14 En términos similares, Eliseo es un espía fenomenal, a quien hay que capturar con enorme despliegue de medios: todo un escuadrón contra un hombre. Dotán se encontraba a unos doce kilómetros al sur de la capital, y no era plaza fuerte.

6,17 Es una visión de teofanía: Dios mismo tiene que abrir los ojos al hombre para que pueda ver el mundo sobrehumano. Los ejércitos celestes que sirven al "Señor de los ejércitos (Yhwh Sabaot) se materializan en forma de una caballería fantástica.

Pueden compararse 2 Re 11 (el arrebato de Elías), Jl 2,3-9 (la plaga de langosta), Is 13,4. El símbolo religioso se transforma en visión.

6,18-19 La misma luz que alumbra al profeta y a su criado, deslumbra a sus enemigos (Hab 3,4); véanse también Sal 76,5 y Job 37,22.

6,22-23 El profeta que los trajo tiene poder sobre su vida, no el rey. Al aceptar comida y bebida del rey de Israel, los prisioneros quedan comprometidos con lazos de lealtad.

6,24 Comienza un episodio importante: con una serie de escenas breves, bien encadenadas, el autor compone una narración que podemos leer en tres actos. En el primero se plantea la situación: el cerco de la ciudad y el hambre. En el segundo el rey se enfrenta con el profeta y éste pronuncia dos oráculos. El tercero trae el desenlace, que es el cumplimiento de los dos oráculos de modo insospechado.

6,25-31 El hambre está presentada en tres momentos: el precio de los alimentos despreciables, el caso del canibalismo, la penitencia del rey. El rey pasea por la muralla en visita de inspección, y allí mismo apelan a su autoridad presentándole un pleito: los términos del contrato, el hacer pleito de su incumplimiento, el apelar al tribunal supremo del rey, dan la dimensión de la tragedia. En el fondo suena la maldición de Dt 28,53-57 y de algún modo el pleito de las dos prostitutas ante Salomón. El rey debe ser el salvador de su pueblo, pero haciendo justicia de ese modo no traerá la salvación. Pero hará justicia en Eliseo, causante de la situación desesperada. El rey lo jura por el Señor: quizá esa muerte servirá para expiar por todos.

6,31 1 Re 19,2.

6,32 Ez 14,1.

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