lunes, 12 de agosto de 2019

2 REYES. CAPÍTULO 5.

Naamán de Siria y Eliseo (Lv 13)

51Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria de Siria; pero estaba enfermo de la piel. 2En una incursión, una banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la mujer de Naamán, 3y dijo a su señor:
-Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaría; él lo libraría de su enfermedad.
4Namaán fue a informar a su señor:
-La muchacha israelita ha dicho esto y esto.
5El rey de Siria le dijo:
-Ven, que te doy una carta para el rey de Israel.
Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro  y diez trajes. 6Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: <<Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad>>.
7Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando:
-¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí.
8El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, y le envió este recado:
-¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel.
9Naamán llegó con sus caballos y carros y se detuvo ante la puerta de Eliseo. 10Eliseo mandó uno a decirle:
-Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia.
11Naamán se enfadó y decidió irse, comentando:
-Yo me imaginaba que saldría en persona a verme y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. 12¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?
13Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron:
-Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuánto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes.
14Entonces Naamán bajo al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia, como la de un niño.
15Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo:
-Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un regalo de tu servidor.
16Eliseo contestó:
-¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.
17Y aunque insistía, lo rehusó. Naamán dijo:
-Entonces que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor. 18Y que el Señor me perdone: si al entrar mi señor en el templo de Rimón para adorarlo se apoya en mi mano, y yo también me postro ante Rimón, que el Señor me perdone el gesto.
19Eliseo le dijo:
-Vete en paz.
20Naamán se marchó. Y había caminado ya un buen trecho cuando Guejazí, criado del profeta Eliseo, pensó: <<Mi amo ha sido demasiado generoso con ese sirio, Naamán, no aceptando nada de lo que ofrecía. ¡Vive Dios! Voy a correr detrás para que me dé algo>>. 21Guejazí siguió a Naamán, y cuando éste lo vio correr tras él, bajó de la carroza para ir a su encuentro y lo saludó. Guejazí respondió al saludo, 22y dijo:
-Mi amo me manda a decirte que precisamente en este momento se le han presentado dos muchachos de la serranía de Efraín de la comunidad de los profetas; que hagas el favor de darme para ellos tres arrobas de plata y dos mudas de ropa.
23Naamán dijo:
-Ten la bondad de coger el doble.
Y le porfió, hasta que le metió en dos costales seis arrobas con dos mudas, que entregó a un par de esclavos para que se lo llevasen. 24Al llegar a la colina, Guejazí lo recogió todo, lo guardó en su casa y despidió a los hombres, que se marcharon. 25Cuando se presentó a su amo, Eliseo le preguntó:
-Guejazí, ¿de dónde vienes?
Respondió:
-No me he movido de aquí.
26Eliseo le dijo:
-Mi pensamiento te seguía cuando aquel hombre se apeó de su carroza para ir a tu encuentro. ¿Es el momento de aceptar dinero y vestidos, olivares y viñas, ovejas y vacas, criados y criadas? 27¡Que la enfermedad de Naamán se te pegue a ti y a tus descendientes para siempre!
Guejazí salió con la piel descolorida, como nieve.

Explicación.

5 El episodio de Naamán, el sirio, es en realidad un milagro doméstico que amenaza convertirse en asunto de política internacional. Sirios o arameos e israelitas mantenían una paz inestable, que podían aprovechar bandas de guerrillas para sus correrías fructuosas.

La enfermedad no es propiamente lepra: si lo fuera, el contagio lo apartaría de todo cargo de gobierno y de acompañar al rey en el templo; se trata de una enfermedad crónica de la piel, a juzgar por el final del capítulo, leucodermia o vitíligo (véase Lv 13). Según técnica conocida, el relato empleará siete veces la raíz que designa la enfermedad, siguiendo el proceso y desenlace de la historia (en boca del narrador, de la criada, de un rey, del otro rey, de Naamán, de Eliseo, del narrador).

El asunto comienza a nivel doméstico: es una ocurrencia de la criada. De ésta sube a la señora, de ella al marido, del marido al rey de Siria, de éste al rey de Israel, de éste al poder divino mediado por el profeta. Según la confesión del rey de Israel, se trata de un poder de vida y muerte.

En contrapunto con ese movimiento ascensional descubrimos otro movimiento de humillación: Naamán el magnate tiene que bajar del rey al profeta, de éste a un criado, después baja al Jordán; y una vez curado y convertido, pedirá tierra para postrarse en Siria confesando al Señor.

5,1 No se dicen los nombres de los reyes: probablemente son Benadad de Siria, Jorán de Israel y Josafat de Judá. El nombre Naamán suena a "hermoso", una significación irónica para oídos hebreos; pero puede significar la dedicación al "dios hermoso", Tamuz.

5,7 Dt 32,39; Os 6,1.

5,8 Reconocer que hay un profeta auténtico es un paso para la conversión, porque a través del profeta se revela el poder de Dios; recuérdese la fórmula semejante "que hay un Dios en Israel".

5,12 Tiene razón el sirio: en medio del desierto esos ríos engendran una apoteosis de canales y árboles y una ciudad floreciente.

5,14 También el sumergirse siete veces tiene carácter ritual. En este caso implica fe y obediencia al profeta.

5,15 Es una confesión de monoteísmo: el Dios de Israel es Dios universal.

5,17 "Otros dioses" o "dioses ajenos" es típico del pensamiento deuteronomista; es poner en boca del sirio una profesión de fe exclusiva de Yahvé. El pedir una carga de tierra indica una visión menos espiritual: aunque Yahvé sea Dios de todo el universo, sólo la tierra de Israel es sagrada.

5,22 Guejazí comete un delito doble: de avaricia y de mentira, abusando de la autoridad del profeta.

5,26 El texto está mal conservado. Quizá se refiera al dinero para comprar los bienes enumerados.

5,27 Véase el caso de la hermana de Moisés (Nm 12,10).

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